Conforme vamos avanzando en el tiempo, nuestros ojos están expuestos a un envejecimiento que va deteriorando de manera paulatina sus funciones. Sin ir más lejos, a partir de los 40-45 años se va perdiendo poco a poco la capacidad de ver con nitidez los objetos de cerca. Es lo que se conoce como presbicia o vista cansada, una situación que está más en auge que nunca, ya que suele notarse sobre todo al realizar actividades que implican visión cercana, como el caso de la lectura, el uso de móviles o tablets, pantallas de ordenador…
La realidad es muy concluyente. Expertos destacan que alrededor de la mitad de la población española padece este defecto fisiológico y que la gran mayoría (un 98%) lo sufre a partir de los 40-45 años.
En este sentido, cuando estos indicios comienzan a hacer acto de presencia, la persona comienza a tener una mayor dificultad para leer letras pequeñas, tiende a alejar el soporte de lectura a una distancia mayor para que el ojo pueda enfocar mejor, aparece la fatiga visual al forzar esa acción de enfoque además de dolores de cabeza, entre otros síntomas.
Para paliar estos problemas asociados a la presbicia o vista cansada recomendamos el uso de las lentes de contacto multifocales o progresivas. Al igual que las lentillas más convencionales, se colocan directamente en el ojo, pero a su vez poseen en una misma superficie varias prescripciones o graduaciones: para la visión lejana, para la cercana y, en determinados casos, incluso para distancias intermedias.
Cuando el usuario con presbicia que utiliza lentes de contacto multifocales quiere observar un determinado objeto, su cerebro identificará rápidamente a qué distancia se encuentra y qué potencia de graduación de la lentilla deberá seleccionar para verlo adecuadamente. ¡Es un acto automático!
Permiten, como las gafas con lentes progresivas, ver de lejos y de cerca con una sola solución visual. Sin embargo, al estar en contacto directo con el ojo, ofrecen a su usuario los beneficios y ventajas de las lentes de contacto: comodidad, libertad de movimientos, mayor campo visual… Además, le permiten realizar su vida cotidiana sin el hecho de estar continuamente cambiando de gafas, si no utiliza gafas progresivas.
Si tienes una edad comprendida entre los 40-45 años y ya comienzas a notas los problemas visuales asociados a la edad, te recomendamos que acudas a las revisiones con el óptico-optometrista y plantees la posibilidad de utilizar este tipo de lentes de contacto. ¡El profesional sanitario de la visión te aconsejará según tus condiciones visuales y tu estilo de vida!